Es domingo en la mañana se está desmantelando el campamento después de 4 días, ya empiezan a contarse anécdotas de lo que le sucedió a los novicios, que si a Luis se le mojó toda la ropa con la lluvia, que si a Carlos le salieron hongos en los pies por la humedad constante, etc, etc, etc, puras "novatadas" que a un muchacho curtido y veterano de muchas salidas al campo las sabe y no les pasa más, pero bueno, eso es harina de otro costal que se contará en otro post.
Todos estamos apurados, porque avisaron que el transporte ya viene en camino, pero sabemos que llegará muuuuucho después de la hora prevista, hay sentimientos muy encontrados, nadie se quiere ir, quieren unos días más, pero a la vez extrañamos la muy sabrosa y caliente comida de nuestras madres y dormir en una cama para nosotros solos sin que nos estén dando patadas, ni escuchar ronquidos, ni balbuceos de medianoche, solamente un muchacho ó jovencita scout sabe lo que es dormir en una carpa de 4 personas con toda la patrulla (6 ó 7) dentro.
El desayuno consistió en plátanos maduros crudos (leáse crudos) con queso, mayonesa y salsa de tomate, porque llovió toda la noche y al cocinero, al pionero, al guía de patrulla, a todos, se les olvidó poner a buen resguardo la leña recogida para estos menesteres (se pueden imaginar las murmuraciones y palabrotas en voz baja y el sermón bondadoso de nuestro jefe de tropa).
Son las 11:00 am y nos avisaron que el transporte vendrá mucho más tarde, como dentro de 2 horas mínimo porque hay un pequeño derrumbe y la carretera está medio bloqueada (historia harto conocida por todos) así que hay que cocinar una última comida, peeeeeeeeeero un pequeño detalle, no hay leña porque está mojada y Noé todavía está arreglando la cocinita de campamento portátil con 3 tanques de propano que nunca se usaron porque el bendito artefacto tiene la hornilla tapada y total la comida en leña es más sabrosa, pero no importa, confiamos en la pericia de Noé para que la arregle, por algo tiene como no se cuántas especialidades que tienen que ver con la habilidad manual y la mecánica, pero de todos modos una pequeña ayuda del cielo no vendría mal, así que algunos miran hacia arriba y parece que pidieran que Dios ilumine la mente de Noé, para que puedan almorzar.
Pasa el tiempo en su marcha inexorable, pareciera que han transcurrrido 10 eternidades y Noé dice:"ya está lista", todos saltamos de alegría, porque vamos a poder preparar el almuerzo y nuestros estómagos y la dignidad de la patrulla, no quedarán tan vacíos.
Empezamos con las labores de cocina entre todos, dizque para terminar más rápido, así que hacemos un inventario de la comida que quedó porque se suponía que se almorzaría en el camino, pero somos scouts y estamos "siempre listos" ante cualquier eventualidad, así que empezamos a ver que hay: 1/4 kilo de arroz, 1 cebolla, 2 pimentones, 1 lata de atún, 1 lata de diablitos (jamón endiablado), 1/2 frasco de mayonesa, 1/4 de frasco de salsa de tomate, sal, unas ramas de un "orégano" silvestre que David consiguió en los alrededores y ha cocinado siempre con eso todos estos días, pero si nadie se ha envenenado, ni muerto, entonces que lo siga usando, un poco de leche en polvo y media bolsa de avena que combinaremos con lo que quedó de azúcar para comerlo al seco como postre.
Montamos una olla en la cocinilla, ponemos agua, echamos la cebolla y los pimentones picados, ponemos sal, el agua empieza a hervir y de una vez empezamos a poner el arroz y dice David: "pero con la lata de atún y la de jamón endiablado no va a alcanzar para los siete" y allí mismo Douglas nuestro guía de patrulla, como buen líder que tenemos y en quien confiamos, nos dice: "abran las latas y mezclen todo eso con el arroz incluyendo la salsa de tomate y la mayonesa" , "¿todo eso junto?" preguntamos al unísono y Douglas nos dice con una cara de sobrada confianza: "sí, todo, va a quedar bien, es más la avena pónganla también, va aquedar buenísimo y alcanzará para todos".
Todo ese potaje, mazamorra, menjurje, cosa espesa ó como se llame empieza a hervir, bajamos el fuego y ya empiezan a rondar las dudas "¿quedará bueno?", "¿se podrá comer?" pero eso es lo de menos, hay mucha hambre y lo que está en la olla parece que empieza a cobrar vida y amenaza en cualquier momento con salirse y sembrar pánico en el mundo, así que esperamos con ansiedad y ruidos de hambre dentro de nosotros.
Pasa el tiempo y ya "la comida" está lista, a simple vista se ve como un "mazacote" incomible, pero huele bien y si huele bien, sabe bien, así que empezamos a repartirlo entre todos, pero nadie quiere dar el primer bocado, así que todos miramos a nuestro guía de patrulla, nuestro líder, nuestro alfa y omega y sin inmutarse, Douglas da el primer bocado, mastica y mastica mirando hacia arriba, no hace ninguna mueca de desagrado y finalmente exclama: "esto quedó mejor que la comida de mi mamá", así que en menos de una 1000 millonésima de segundo empezamos a engullir la comida, siendo honesto, al principio dió algo de fatiga por la textura y ese sabor un poco extraño que era la primera vez que se probaba, pero el, crujir de nuestros estómagos pudo más y finalmente, todos los platos quedaron vacíos y Carlos (al que le salieron hongos en los pies) dijo: "si quedó, voy a repetir", demás está decir que se formó una pequeña trifulca porque todos querían repetir ante la mirada incrédula de las otras patrullas a nuestro alrededor, que estaban al tanto de lo que nos había pasado (pueblo pequeño, infierno grande, como dice el refrán), El Scouter Ricardo -nuestro jefe de tropa- tuvo que intervernir para calmar los ánimos y nos dijo: "muchachos quiero probar lo que hicieron, le dimos una cucharada de esa cosa cocida, masticó y masticó también mirando hacia arriba y nos dijo: "de verdad que resolvieron hasta sabe bien, los felicito por salir adelante", nos miramos entre todos y con un gesto afirmativo con nuestras cabezas y nuestro orgullo lavado y puesto al sol, nos sentimos de maravilla.
Bien, nos comimos el postre que consistió como ya dije anteriormente en leche en polvo seca con azúcar, lavamos los trastos, terminamos de empacar y acomodar nuestros morrales, incluso nos dió tiempo de echarnos a dormir un rato, con una felicidad inmensa, por fin llega el autobús, nos montamos, pero solamente hacemos bulla y gritamos los primeros 20 minutos y luego silencio total, casi todos durmiendo, rendidos por el cansancio de los intensos días anteriores, finalmente llegamos a nuestras casas, oliendo a humo, con la ropa húmeda, con raspones en rodillas, brazos, barro hasta en las orejas, en un estado de suciedad, que solamente nuestras madres son las que nos quieren abrazar en ese momento y cuando finalmente nos preguntan: "¿cómo la pasastes, hijo?" "¿cómo estuvo el campamento?", y la respuesta que damos, sin titubear, sin una pizca de duda y con 100000% de entusasmo, decimos: "Mamá, fué lo máximo, el mejor campamento de mi vida", cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Scouter David García
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